Piscis
es el signo de la devoción y de la entrega, de manera que los piscianos tienden
a identificarse con los que aman; y la energía pisciana puede ayudarnos a todos
a identificarnos con nuestro ser interior; y de ese modo conectarnos con la
fuente primordial de la que surge todo…
Una
forma de establecer contacto con la fuente originaria es la oración, y orar es
hablar con Dios de tu a tu, y con frecuencia se hace para pedirle algo. Nos acordamos
de Dios cuando estamos en apuros. La oración es una plegaria, no es lo mismo
que la meditación, en esta nos ponemos en disposición a escuchar la voz interna
mientras que en la oración esperamos ser escuchados.
En Piscis
existe el anhelo de encontrar la paz interior, de acceder al país donde todos
hablan el mismo idioma, donde todos se comprenden los unos a los otros. La frase
semilla esotérica de Piscis, según A. Bailey dice: “Abandono el hogar del Padre
y, al regresar, salvo”. Esta frase hace referencia a la búsqueda de paz en
cierto sentido, al no encontrarla con facilidad sale “del hogar del Padre” (el
hijo pródigo) y se pierde en el mundanal ruido buscando embotarse para no tener
que confrontar el sentimiento humano, es el descenso en los oscuros laberintos
de la materia, identificándose (a veces) completamente con la forma, pero con
frecuencia el dolor y el sufrimiento devuelve a Piscis al espíritu, llama a
Dios pidiéndole ayuda (oración) y al hacerlo “salva”.
En el
mes de Piscis todos, y no únicamente los piscianos de nacimiento, debiéramos
reflexionar sobre estas cuestiones… en Piscis está oculto el comienzo de la
vida, es el tiempo de la espera donde las fuerzas trabajan en el interior para
luego el próximo mes, en Aries, empezar de nuevo…